Recuperar o reproducir etiquetas con fondo dorado

Hace poco, el bueno de Joaquín Rey que anda siempre buscándome botellitas con figuras de barcos o con barcos en la etiqueta, me consiguió una de 1/8 de barro de MOLLFULLEDA que no tenía, y poco después una mas, pero en este caso de otra destilería, también de 1/8, pero en porcelana o cerámica blanca.

Ahora el problema era como conseguir las etiquetas correspondientes de MOLLFULLEDA, que por cierto, aunque parece una, en realidad son tres, en comparación de las etiquetas de esta misma destilería pero para las minis de 3 cl.

Inicialmente pasé todas las etiquetas originales al envase de cerámica blanca, que era muy bonita, quedando finalmente muy apañada.

A partir de ese momento se inició para mi el reto de conseguir «pasar» las etiquetas de la blanca a la de barro, llegando a conseguir un relativo éxito, como se ve en la anterior foto.

El problema de las etiquetas con fondos dorados, es que es imposible conseguir ese fondo con una impresora doméstica, por muy buena que fuera, por ello y una vez impresas las etiquetas en papel normal de 80 gramos, se me ocurrió cubrir la parte trasera de la etiqueta de papel con pintura dorada al alcohol, que se puede conseguir en tiendas para artes manuales.

No obstante y dándole vueltas a la cabeza para intentar mejorar ese resultado, se me ocurrió usar papel cebolla (creo que también se le conoce como papel vegetal) para imprimir dado que era bastante transparente y tenía un gramaje ideal para imprimir con mi impresora, una Canon MP495 , ya anticuada, pero que sigue cumpliendo su función bastante bien.

El resultado fue sorprendente, ya que la etiqueta quedó impresa con total fidelidad (antes había probado con otro tipo de funda de plástico transparente de poco gramaje, pero el resultado fue desastroso).

A partir de ese momento tocó trabajar la parte trasera de las etiquetas, lo cual hice con pintura dorada al alcohol y para las otras etiquetas, pintura blanca y amarilla, según fuera el caso.

Como podéis observar, el resultado fue magnífico, pero ahora tocaba rematar la faena.

Para ello usé un barniz brillante en spray de forma que protegiera la impresión en tinta de la impresora, y una vez seco el barniz, procedí a recortar las etiquetas con un cúter, para lo cual uso un cristal como base, y uso otro en forma de regla y con un canto pulido de los que sobran cuando se hacen las baldas para las vitrinas. Uso estos útiles, porque así la cuchilla del cúter discurre bien por el canto pulido de la «regla» de cristal y apoya muy bien contra la base de cristal.

A la derecha se ven perfectamente las etiquetas ya recortadas listas para adherirlas al correspondiente envase.

Una vez colocadas en sus respectivos envases, y dado que quedan demasiado brillantes (recomiendo el barniz brillante y no el mate ni el satinado, por ser mas «contundente» y proteger mejor la etiqueta) procedo a darlas el toque final.

Yo uso el siguiente sistema, porque me da muy buen resultado y el aspecto final queda muy bien, y que consiste en dar una capa fina de cera para muebles por toda la etiqueta. Yo la doy con un bastoncillo, pero se puede dar con un pincel, y la dejo secar un día.

Al día siguiente y con papel de manos de cocina quito la cera con mucho cuidado frotando la etiqueta y sujetándola muy bien para evitar algún desastre de última hora. El resultado final ha sido fantástico y aunque que las comparaciones son odiosas, en este caso aguanta el ojo del crítico mas severo.

La mas oscura, la hice para aprovechar otro envase de otra que había usado tras ponerla una etiqueta original de otra mini de Mollfulleda de 3 cl y que tenía disponible. Lo que peor me quedó fue la contraetiqueta, ya que usé una pintura amarilla para maquetas cuando tenía que haber usado un rotulador grueso amarillo.

Espero que os haya entretenido y os haya aportado ideas para mejorar esas etiquetas de fondos dorados casi irreparables.

Luis Campos Serna
Madrid, 13 de febrero de 2025

 

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